Willie Colon al Salón de la Fama de los Compositores Latinos
La diversidad de géneros y países distingue este año a cinco “héroes musicales” que ingresarán este octubre al Salón de la Fama de los Compositores Latinos (LSHOF): Willie Colón, Ivy Queen, Michael Sullivan, Chico Novarro y Armando Larrinaga.
Se trata de dignos expositores de los “350 años que lleva la composición latina sucediendo”, dijo a Efe Rudy Pérez, director ejecutivo del LSHOF sobre los elegidos del público entre los 24 nominados por una “junta secreta” de empresarios, compositores, músicos, periodistas y líderes de la industria musical.
Willie Colón es un pintor de los rostros de su gente, un artista que plasmó en sus canciones –con su sonido fuerte– la conciencia de una generación que exigía el respeto social y que luchó por la vindicación de sus condiciones de vida.
«Su música refleja, a la vez, una lírica tradicional rítmica y el llanto de adiós y esperanza de una nueva generación, forzada a abandonar su tierra para congregarse en la urbe estadounidense».
Aunque hubo otros músicos de la época que asumieron la misma línea temática, nadie mejor que él supo conjugar en armonías el sentimiento de desgarro y desamparo de la diáspora.
En unión con Rubén Blades, realizó una gesta que trastocó la salsa y mostró la amplia capacidad del género para navegar por lugares que nunca se habían hecho eco de su rítmica; abordando las temáticas más diversas y rompiendo los parámetros de las radio-emisoras sobre los tiempos de duración de las canciones. El desarrollo de la propuesta del dueto fue avasallador en éxitos y delineó el compromiso social al frente de las filas que abogan por la igualdad de derechos y la justicia social.
Su sonido, de gran impacto, agresividad y sabor (influenciado en un comienzo por bandas de rock con vientos como Chicago, Blood, Sweat & Tears o incluso Tijuana Brass), muy pronto se empezó a depurar pues, desde muy temprano, comenzó a experimentar con una serie de ritmos y temáticas que pocas veces se habían utilizado en la salsa. En su etapa de solista y productor, son famosas las versiones de temas brasileros (principalmente de Chico Buarque) que Colón realizó con su propio estilo, caracterizado por el empleo de trombones, el cual en varias combinó con sofisticados arreglos orquestales, cuerdas y coros femeninos, convirtiéndose en el mejor ejemplo de lo que en la salsa se conoció como el «sonido de Nueva York».
Su principal característica como músico ha sido la fusión de ritmos, siendo un artista que ha sabido adaptar la música propia de cada época con los ritmos latinos en su esencia más original. Por ello, no es de extrañarse oírle desde un Shing-a-ling en su primer disco, hasta su «Lowrider» en uno de sus últimos materiales grabados, pasando por su versión de «Fragilidad» del disco «Honra y cultura» 1991, donde versiona a Sting, o en los años 70, cuando grabó «Solo» y el «Baquiné de los Angelitos Negros», discos en los que rompe con el modo convencional de la salsa para presentar trabajos personales con un sonido novedoso, acompañados de tubas, chelos y flautas.
Con Colón nació la salsa, música ideal para tratar temas de las clases marginadas, pero que poco a poco alcanzó otras audiencias sin perder su rebeldía original. Este experimento le dio unidad a la música que se hacía en el entorno de Nueva York, al asimilar los ritmos caribeños, latinoamericanos y norteamericanos y crear un sonido moderno, agresivo y bastante experimental.
Willie Colón es uno de los músicos que si bien no niega la influencia de la música cubana en la salsa, afirma que ésta no es equivalente a «salsa», pues ha dicho que él: puede dar un concierto de dos horas sin interpretar ningún ritmo cubano y a pesar de esto, tocar salsa. Al respecto es famosa su frase «la salsa no es un ritmo, es un concepto».